Actualmente es difícil pasar por alto las nuevas tendencias de alimentación, sobre todo si vives en las ciudades. Con una simple visita al supermercado puedes encontrar una multitud de opciones Orgánicas, sustentables y hasta las libres de OGM (Organismos genéticamente modificados),si bien estas opciones son una respuesta a la demanda del mercado, debemos comprender que el trasfondo es mucho más complejo, y al ser el campo el sector primario de la alimentación sería absurdo pensar que queda exento del impacto de esta tendencias, debido a eso y a una creciente conciencia ecológica, desde hace varios años se han comenzado a desarrollar técnicas e insumos que ayudan al agricultor a avanzar hacia prácticas agrícolas más racionales, responsables con el ambiente y que conllevan a un mejor control de los diversos factores que perjudican o benefician a los cultivos, además de generar mayor rendimiento y productos de mejor calidad que permitan al agricultor seguir siendo competitivo en el mercado venidero. A continuación, abordaremos los tres tipos de prácticas agrícolas que podemos encontrar en nuestros campos:

Agricultura convencional.

El modelo convencional, tradicional o químico, fue adoptado de manera general desde la década de los 50´s (a la par de la revolución verde). Este modelo se basa en el alto consumo de insumos externos al sistema productivo natural, como la energía fósil, abonos químicos sintéticos y diversidad de pesticidas, además de una fuerte carga de labores de labranza, con prácticas como arar, rastrear, quemar y voltear o subsolar el terreno, lo que lo deja expuesto a agentes erosivos como el viento y precipitación, lo que acelera procesos de desertificación y perdida de fertilidad de suelos. Aunado a esto, no se toma en cuenta el medio ambiente, sus ciclos naturales, ni el uso racional de los recursos naturales. Es sin duda, un sistema altamente destructivo y frágil, cuya sostenibilidad no va más a allá de los 30 años. De manera concreta, podemos hablar de las siguientes repercusiones agronómicas (Ruiz, J. 1994):

  • Disminución de la fertilidad natural y debilitamiento de los suelos debido, en general, a la alteración de su estructura y equilibrio biótico.
  • Perdida del espesor de estos por efectos de diferentes formas de erosión.
  • En algunos casos, consecuente estancamiento de los rendimientos, si es que no disminución y rentabilidades decrecientes por el continuo incremento en el volumen de insumos que han llegado a hacerse imprescindibles.
  • Riesgo para la salud humana debido tanto al notorio deterioro de aguas superficiales y freáticas (eutrofización y nitrificación) como a la ocasional toxicidad de los productos agrarios. 

Agricultura integral.

En términos muy elementales, la agricultura integral incluye prácticas de diversa índole, desde los propios de la agricultura convencional hasta otros utilizados frecuentemente por la agricultura irracional (orgánica), distinguiéndose de lo convencional por incorporar una visión holística de todos los aspectos del agrosistema, se entiende entonces, como la comprensión de que la producción agrícola es mucho más que la suma de sus partes, de esta manera se toman en cuenta factores ecológicos, fisiológicos, edáficos y económicos para brindar soluciones de gran versatilidad y fácilmente trasladables a la cotidianidad de un agricultor convencional. Responde a la creciente preocupación por los problemas derivados de la contaminación agraria, y en última instancia, pretende reducir la enorme cantidad de aportes de fuentes de energía externas de las que depende un sistema convencional, sin que ello represente una merma a la rentabilidad. Requiere de un enfoque riguroso y realista que permita la gestión racional y equilibrada de todos los elementos y factores del agrosistema. Se pueden enfatizar 3 aspectos fundamentales de agricultura integral:

  • Sustancial reducción en general de todos los insumos, especialmente lo que concierne a agroquímicos, esto con una perspectiva global que busca la preservación de recursos no renovables, así como una mayor autosuficiencia e independencia de los agricultores que controlan dichos recursos, y a la vez, reducir los costos de producción con el objetivo de aumentar la rentabilidad del sistema.
  • Reconocer la importancia del suelo como recurso de importancia vital, se procura la rotación de cultivos y la implementación de labranzas de conservación que busquen mantener y aumentar la fertilidad natural de los suelos, con lo que se perpetua su vida útil y renovación.
  • Por último, se busca la obtención de productos de calidad, antes que cantidad.

Agricultura biorracional.

El sistema biorracional, ecológico u orgánico trata de cambiar algunas de las limitaciones encontradas en la producción convencional. Mas que una tecnología de producción, la agricultura orgánica es una estrategia de desarrollo que se fundamenta no solamente en un mejor manejo del suelo y un fomento al uso de insumos locales, pero también un mayor valor agregado y una cadena comercial más justa. Desde el contexto agronómico podemos hablar de la utilización de insumos estrictamente de origen orgánico, normalmente certificados por alguna institución que los avale como tal. Estos productos van desde los extractos vegetales para controlar patógenos, hasta el aporte nutricional mediante la materia orgánica o compostas procesadas acorde a lineamientos de agricultura orgánica. Y no solo eso, la agricultura orgánica busca también la preservación y renovación de recursos naturales y promueve el cumplimiento de los ciclos naturales de humificación y reciclado de materia orgánica, lo que conlleva a una mayor fertilidad en suelos y una rica actividad biótica dentro del mismo, recordemos que las interacciones naturales entre macro y microorganismos son una parte fundamental, pero olvidada en el crecimiento vegetal y la asimilación de los nutrientes, así como en el control de patógenos, tomemos por ejemplo la interacción simbiótica formada entre las raíces de las plantas y los hongos micorrícicos, o el control poblacional de bacterias perjudiciales propiciado por la alimentación de los protozoarios (Vargas, R. 1990).

Según Ruiz (1994) estos son los principales objetivos que busca cumplir la agricultura biorracional:

  • Conservación de recursos naturales, vida silvestre, tierra cultivable y su fertilidad, agua dulce, combustibles, minerales, especies y variedades autóctonas.
  • No utilización de productos tóxicos o contaminantes, como abonos químicos o aditivos alimentarios no naturales, plaguicidas y pesticidas, etc.
  • Utilización optima y equilibrada de los recursos locales a través del reciclado de materia orgánica.
  • Empleo de técnicas que cooperen con la naturaleza, en lugar de dominarlas.
  • Reducción del transporte y periodos de almacenamiento
  • Reducción del impacto ambiental negativo producido por un mal manejo del sistema agrícola.

Tomando en cuenta el fundamento y los objetivos de cada uno de estos sistemas, es momento de cada uno de nosotros reflexionemos como agricultores y como sociedad: ¿Bajo qué sistema queremos que nuestros alimentos sean producidos? Indudablemente la transición de un sistema convencional a uno integral y posteriormente a uno orgánico no es cosa de un día, pero es el siguiente paso lograr una sustentabilidad alimenticia que asegure los rendimientos requeridos por un mundo en constante crecimiento. Aprovechar las nuevas herramientas y tecnologías, así como una comprensión de su funcionamiento y la búsqueda de técnicas innovadoras se vuelve indispensable en virtud de un mejoramiento agrícola.

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Ing. Fernando Soto | Contacto: 3321566198


Bibliografía.

Ruiz, J. (1994) La agricultura sostenible como alternativa a la agricultura convencional: conceptos principales, métodos y sistemas. ERIA. Pp. 161-173

Vargas, R. (1990) Avances en microbiología de suelos: los protozoarios y su importancia en la mineralización del nitrógeno. Agronomía Costarricense. Vol. 14. Pp. 121-134