Nutrición vegetal en Maíz
El concepto de nutrición vegetal que conocemos hoy en día se ha venido desarrollando desde hace muchos más años de los que uno se imaginaria, antiguos filósofos como Hipócrates y Aristóteles fueron los primeros en plantear una respuesta ante la incógnita de cómo se alimentan las plantas. Con sus limitados recursos, llegaron a la conclusión de que las plantas se alimentan de los restos orgánicos o humus1. Hoy en día sabemos que esto no es así, si bien la materia orgánica y el humus son de vital importancia para que las plantas obtengan su alimento, estas no son capaces de aprovecharlo a menos que sufra una serie de importantes cambios físicos y químicos. Entonces, se entiende que el humus contiene compuestos orgánicos que intervienen como fuente de nutrientes para los vegetales, después de haber sido mineralizados (transformados en sales minerales) por los organismos descomponedores (González y col., 2014).
De esta manera podemos comprender la nutrición de los seres vivos en general como:
Una serie de complejas reacciones bioquímicas que tienen lugar a nivel celular, cuya función es proporcionar al organismo la energía y la materia necesaria para generar y regenerar sus propias estructuras.
En el caso particular de las plantas, sabemos que estas son capaces de sintetizar materia orgánica a partir de materia inorgánica, utilizando para ello la energía luminosa, proceso que conocemos como ¨fotosíntesis¨.
Requerimientos nutricionales del maíz.
Anteriormente se mencionó que las plantas requieren de sales minerales que serán absorbidas por las raíces para poder obtener los nutrientes que requieren, comúnmente se les conoce como macro y micronutrientes, los cuales juegan un papel fundamental en el desarrollo de las plantas, desde la formación de las raíces, hasta el llenado de la mazorca.
1Humus: Del latín humus ¨tierra¨ o ¨suelo¨. Conjunto de los compuestos orgánicos presentes de manera natural en la capa superficial del suelo, procedente de la descomposición de animales y vegetales, principalmente por acción de microorganismos fúngicos y bacterias.
De manera natural podemos encontrar estos nutrientes en el suelo; sin embargo, dependiendo de las características edáficas, la presencia y asimilación de dichos nutrientes puede verse comprometida, es por esto que en la agricultura convencional se ha hecho un uso intensivo de fertilizantes químicos, los cuales aportan artificialmente las sales minerales al suelo que posteriormente serán aprovechadas por la planta, el problema de estos fertilizantes es que su uso indiscriminado altera la composición química del suelo, al grado de que después de algunos años de malas prácticas podemos hacer que pierda su fertilidad natural, mas adelante abordaremos algunas alternativas para la fertilización de suelos.
Cada uno de estos nutrientes es imprescindible para asegurar un alto rendimiento del cultivo, así como un buen desarrollo de las plantas, se sabe que la carencia de alguno de ellos puede significar un desbalance nutricional que acabe por comprometer la producción, esto se explica con la ley del mínimo del Liebig; que ejemplifica: así como la capacidad de un barril con duelas de distinta longitud está limitada por la más corta, el crecimiento de una planta se ve limitado por el nutriente más escaso. Esto quiere decir que el crecimiento no está controlado por el monto total de los recursos disponibles, sino por el recurso más escaso, entonces podemos deducir que hasta el nutriente que pueda parecer más insignificante, es en realidad de vital importancia.
¿Como brindar la nutrición adecuada?
La respuesta fácil seria agroquímicos, la respuesta inteligente y que brinde los mayores beneficios es mucho más compleja y debemos partir de un análisis de suelo que nos proporcione la información completa sobre la fertilidad y estado químico-físico del mismo, en base a esto se puede planear de manera precisa un plan de fertilización que se sirva no solo de opciones convencionales, sino también de las nuevas tecnologías y herramientas que hoy día se ponen a nuestro servicio. Un claro ejemplo de estas herramientas novedosas son los biofertilizantes, la incorporación de materia orgánica mediante compostas orgánicas y las micorrizas, cuya incorporación a nuestros agroecosistemas de manera habitual aporta extensos beneficios, como la contribución al desarrollo del sistema radicular, el transporte de fotosintatos e intercambio de nutrientes, así como la protección contra estrés biótico y abiótico (Morejón y col., 2017).
Además, podemos hablar del control de patógenos que atentan contra la salud de nuestros cultivos, regeneración de suelos y una potencial reducción de hasta un 50% de las dosis de fertilización química, con lo que se aminora el impacto negativo sobre las características edáficas sin comprometer los rendimientos esperados, al mismo tiempo que se logra una mayor producción gracias al mayor aprovechamiento de los nutrientes, lo que conlleva a un mejor peso de mazorca y grano, así como un mayor tamaño y producción total.
Si queremos lograr una agricultura competente como nación tenemos que aprovechar estos insumos que vienen a mejorar nuestras prácticas agrícolas.
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Ing. Fernando Soto
Contacto: 3321566198
Bibliografía.
González Rodríguez, Concepción; Martínez Losada, Cristina; García Barros, Susana El modelo de nutrición vegetal a través de la historia y su importancia para la enseñanza Revista Eureka sobre Enseñanza y Divulgación de las Ciencias, vol. 11, núm. 1, enero-abril, 2014, pp. 2-12
Morejón Pereda, Moisés; Herrera Altuve, José A.; Ayra Pardo, Camilo; González Cañizares, Pedro J.; Rivera Espinosa, Ramón; Fernández Parla, Yanileysis; Peña Ramírez, Eliudimir; Téllez Rodríguez, Pilar; Rodríguez-de la Noval, Claudia; de la NovalPons, Blanca M. ALTERNATIVAS EN LA NUTRICIÓN DEL MAÍZ TRANSGÉNICO FR-B t 1 DE (Zea mays L.): RESPUESTA EN CRECIMIENTO, DESARROLLO Y PRODUCCIÓN Cultivos Tropicales, vol. 38, núm. 4, octubre-diciembre, 2017, pp. 146-155