A partir de la revolución verde en los años 60´s, la producción y uso de fertilizantes químicos derivados del petróleo (como la urea y los fosfatos de amonio) se disparo en gran medida, al grado de que para el año 2020 se estima un consumo histórico de 208 millones de toneladas de fertilizantes químicos a nivel mundial. A escala nacional, México consume alrededor del 1.2% de la producción mundial de fertilizantes, lo que supone cerca de 800kg por Ha de suelo cultivable, si bien puede parecer una cifra baja comparado con países como Alemania e Inglaterra que consumen de 2 a 4tn/ha, debemos tener en cuenta que México importa mas del 85% del volumen total de fertilizantes químicos (Fig. 1) lo que provoca un encarecimiento de este insumo, aunado a esto, la fluctuación de los precios del petróleo y del dólar, así como los recargos arancelarios a países exportadores provocan una inflación aun mayor, llegando a representar hasta el 60% de los costos de producción para maíz de temporal.

El impacto económico no es la única preocupación entorno a la utilización de fertilizantes químicos de manera intensiva; en los últimos años se ha suscitado un creciente interés hacia el impacto ambiental que esto supone, generando controversia y difusión respecto al efecto nocivo sobre el ambiente y la salud humana, llegando a medios de comunicación masiva. Sumado a esto, se sabe que el aprovechamiento de los fertilizantes químicos por parte de las plantas es altamente ineficiente, citando a Crewsa y Peoples (2004): Anualmente los sistemas agrícolas aprovechan tan solo el 50% o menos de las dosis químicas aplicadas, independientemente de la fuente de nitrógeno empleada. Este elemento puede perderse del suelo por lixiviación de nitratos o a través de emisiones gaseosas hacia la atmosfera en la forma de amoniaco, oxido nítrico o nitrógeno molecular, las cuales, a excepción de la última, son consideradas como fuentes potenciales de deterioro ambiental.

La labranza continua y el uso de fertilizantes, pesticidas y otros químicos, han contribuido al deterioro de la estructura y textura del suelo, a la reducción de las poblaciones de microflora y la microfauna; y al desbalance del estatus nutricional del suelo. Los agroquímicos son la principal fuente de contaminación en las áreas destinadas a la producción agrícola (Aguado-Santacruz y col., 2012).

En respuesta a esta problemática, diversas investigaciones se han llevado a cabo en búsqueda de alternativas a la fertilización química, que supongan un mejor aprovechamiento por parte del cultivo, representen un menor impacto económico y eviten las repercusiones negativas al ambiente.

Una de estas alternativas son los Biofertilizantes:

Se trata de una herramienta biotecnología que consiste en la aplicación de microorganismos simbióticos o de vida libre que ayuden a mejorar la disponibilidad de los nutrientes en el suelo, generando una mejor asimilación y captación de estos, con esto se busca suplir las necesidades nutricionales de los cultivos, lo que tiene el potencial de reducir o eliminar el uso excesivo de fertilizantes convencionales. De amplia aplicación en la agricultura orgánica y sustentable, los biofertilizantes son una herramienta revolucionaria con la capacidad de potencializar la nutrición y generar resistencia y protección contra patógenos, así como la reducción de costos derivados de la aplicación de agroquímicos. A grandes rasgos podemos definir a los biofertilizantes como una sustancia que contiene microorganismos vivos que, al ser aplicada a semillas, superficies de plantas o suelo, coloniza la rizosfera o el interior de la planta y promueve su crecimiento aumentando el suministro o la disponibilidad de nutrientes primarios (Vessey, 2003 en Afanador, 2017).

Dentro de los biofertilizantes podemos encontrar bacterias y hongos benéficos (Tabla 1. Afanador, 2017), algunos ejemplos son:

  • Bacterias simbióticas:

El género más estudiado es Rhizobium, se trata de rizobacterias promotoras del crecimiento en plantas, cuentan con la capacidad de fijar nitrógeno atmosférico, estimular la producción de hormonas, de enzimas, sideróforos y solubilización de fosfatos. Dicha fijación de nitrógeno se realiza en nódulos radiculares, gracias a la catálisis del complejo enzimático nitrogenasa.

  • Bacterias de vida libre:

Los géneros más estudiados dentro de este grupo son: Azospirillum, Azotobacter, Beijerinckia y Klebsiella. Al igual que las bacterias del genero Rhizobium, estas cuentan con la capacidad de fijar en el suelo el nitrógeno atmosférico, con la diferencia de que no requieren de establecer una relación simbiótica con las raíces de ciertas plantas para realizar su función, tienen la virtud de ser más versátiles en cuanto a su aplicación.

  • Hongos formadores de micorrizas.

Se trata de simbiontes obligados de diversos géneros que forman una relación estrecha con las raíces de las plantas, bajo las condiciones adecuadas esta relación es capaz de proporcionar a la planta hospedera de nutrientes a los que no es capaz de llegar por si sola, además de generar promotores de crecimiento e inducir resistencia sistémica contra plagas y enfermedades.

Podemos considerar a los biofertilizantes como una de las contribuciones mas importantes que ha hecho la biotecnología y la microbiología a la agricultura moderna, representan una alternativa viable y accesible para reducir costos de fertilización, así como el impacto negativo que estos puedan tener sobre el ecosistema, además de tener el potencial para mejorar el rendimiento de los cultivos hasta en un 50% y mejorar la fertilidad del suelo, al mismo tiempo que se protege al cultivo de otros microorganismos nocivos, seguramente dentro de poco los biofertilizantes serán vistos en México y el mundo como el camino a seguir para asegurar una agricultura sustentable y ser capaces de suplir las necesidades alimenticias de una población en constante crecimiento.

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Bibliografía.

Crewsa, T.E. and Peoples, M.B. (2004). Legume versus fertilizer sources of nitrogen: ecological tradeoffs and human needs. Agr. Ecosyst. Environ. 102:279-297.

Aguado-Santacruz, G.A. (2012). Introducción al uso y manejo de los biofertilizantes en la agricultura. INIFAP/SAGARPA. México.

Afanador, L.N. (2017). Biofertilizantes: conceptos, beneficios y su aplicación en Colombia. Ingeciencía, vol. 2, no.1.