Iniciamos esta entrada con una pregunta: ¿Qué es una micorriza?
Desde el punto de vista etimológico, podemos decir que ¨Micorriza¨ proviene del griego Myco (Hongo), y Rhiza (Raíz). Entonces, ¿hongos con raíces o raíces en lo hongos? Ninguna de las anteriores, si bien la definición etimológica no nos dice mucho, es suficiente para reconocer a los dos protagonistas de esta relación por conveniencia: Los hongos micorrícicos y las raíces de las plantas (Fig. 1).

El término micorriza, que literalmente significa “hongo-raíz”, fue propuesto por Frank (1885), para definir asociaciones simbióticas (“vivir conjuntamente dos o más organismos”), mutualistas, no patógenas, entre raíces de plantas y micelios de hongos, en las que ambos resultan beneficiados (Honrubia, 2009).

Parece simple, sin embargo; se esconden muchos secretos bajo el manto fúngico de una relación que ha existido desde hace 400 millones de años, y que, además, es en buena parte responsable de la formación de los ambientes terrestres tal como los conocemos.


Fig. 1: Representación de la asociación hongo-raíz.

Tipos de micorrizas

Para efectos prácticos, y con la intención de que esta entrada no se vuelva innecesariamente técnica, distinguiremos solo dos tipos de micorriza, o mejor dicho hongos micorrícicos (Fig.2).

  1. Ectomicorrizas.

En este caso el micelio del hongo rodea la raíz formando un manto fúngico, y las hifas se desarrollan por los espacios intercelulares formando la llamada red de Hartig¹. Es frecuente la aparición de otras estructuras externas tales como cistidios, hifas que emanan o rizomorfos. La detección de las ectomicorrizas es relativamente sencilla gracias al cambio morfológico que sufre la raíz (De Román & De Miguel, 2000).

2. Endomicorrizas o micorriza arbúscular.

Las endomicorrizas no forman la red de Hartig ni el manto, y se caracterizan por que las hifas penetran la raíz, se introducen en la célula y pueden formar dos tipos de estructuras.

Arbúsculo: se origina cerca del cilindro vascular de la planta mediante numerosas ramificaciones dicotómicas sucesivas de una hifa, y tiene la función de transferir nutrimentos desde y hacia la planta.

Vesícula: puede o no estar presente, dependiendo del hongo. Es de forma ovalada a esférica; puede formarse entre o dentro de las células radicales, y funciona como almacén de nutrimentos (Andrade-Torres, 2010).

Fig. 2: Diagrama de los dos principales tipos de micorrizas.

Interacciones hongos-raíz: Beneficios.

Esta es la parte importante para nuestros cultivos, por definición; una relación simbiótica requiere que al menos una de las partes se vea beneficiadas, y las micorrizas no son la excepción. Por el contrario, las micorrizas garantizan el desarrollo (y en algunos casos la supervivencia) de ambas partes.

¨Los beneficios que ambos seres obtienen con esta asociación simbiótica son muchos. El aumento del volumen de suelo prospectado y de la superficie de absorción gracias al micelio del hongo favorece la captación de agua y nutrientes minerales, sobre todo fósforo y nitrógeno. De esta forma, la planta es capaz de fotosintetizar más deprisa, y su producción de biomasa aumenta de forma considerable. La planta también se ve protegida de la entrada de patógenos, y aumenta su resistencia a las enfermedades. Por su parte, el hongo obtiene los compuestos orgánicos que no es capaz de producir por sí mismo debido a su condición de ser heterótrofo (Honrubia et al., 1992 en De Román & De Miguel, 2000). ¨

Todo esto puede traducirse a términos mas prácticos: Una mejor nutrición en los cultivos es igual a un desarrollo más acelerado, así como una mayor cantidad y calidad en la producción, por si fuera poco, ciertos hongos micorrícicos liberan toxinas que ayudan a combatir otros hongos fitopatógenos en las raíces, reduciendo la incidencia de ciertas enfermedades radiculares de origen fúngico. Además de esto, se ha encontrado que la presencia de micorrizas en el suelo ayuda a conservar sus propiedades físicas, ralentizando el proceso de erosión edáfica que muchas veces es responsable del abandono de las tierras de cultivo.

En resumen; podemos decir que las micorrizas son una gran herramienta para enfrentar los problemas que actualmente se presentan en el campo mexicano, así como un gran aliado de cara a la demanda exponencial de alimentos que se da en el planeta. Si logramos hacer conciencia sobre el aprovechamiento de estas asociaciones milenarias, estaremos un paso más cerca de asegurar la soberanía alimenticia y el uso adecuado de nuestros recursos agrícolas.

Se ha comprobado que los alimentos orgánicos contienen una mayor cantidad de nutrientes y su sabor es más natural. Se protege al medio ambiente y a la biodiversidad que rodea los lugares en los que se hacen los cultivos, así como la salud de los agricultores y su familia, con Micorrizas Suppra te ayudamos a trascender en el campo regresando a la Tierra y tus cultivos mucho de lo que ellos te han dado.


Fig. 3: Macrofotografía de las hifas generadas por las ectomicorrizas.

Ing. Fernando Soto Eguiarte

Contacto: 3321566198

Bibliografía:

Andrade-Torres, A. (2010). Micorrizas: Antigua interacción entre plantas y hongos. Rev. Ciencia: 84-90.

De Román, M. y De Miguel, A.M. (2000). Identificación y descripción de las ectomicorrizas de Quercus ilex L. subsp. ballota (Desf.) Samp. en una zona quemada y       una zona sin alterar del carrascal de Nazar (Navarra). Publ. Bio. Univ. Navarra, Ser. Bot., 13: 2-42.

Honrubia, M. (2009). Las micorrizas: una relación planta-hongo que dura más de 400 millones de años. Anales Jard. Bot. Madrid 66S1: 133-144.